Enseñar para aprender

Es necesario tener en cuenta que estas materias se imparten a todas las licenciaturas de la universidad, no únicamente a alumnos de letras, lo cual revela la importancia de las mismas. El perfil de los estudiantes, entonces, varía y significa un reto el propiciar el desarrollo de sus habilidades. Esta situación me ha obligado a adecuar el programa a cada uno de los perfiles con los que me toca trabajar cada semestre; lo mismo se trata de alumnos de Humanidades que de Arquitectura; o de Psicología, etcétera. Este semestre, por ejemplo, se me presentó una situación especialmente difícil: un grupo con once estudiantes de Arquitectura y cuatro estudiantes de carreras administrativas. En realidad, tengo que trabajar con tres grupos diferentes, lo que conlleva elaborar ejercicios diferentes; seleccionar lecturas para cada especialidad; diseñar productos finales distintos y formas de evaluación igualmente distintas.

Ya anticipé parte de la respuesta, que, por cierto, va acorde con alguno de los comentarios que leí. Esto me complace, pues manifiesta congruencia entre mis objetivos y la manera como se realizan y perciben. He trabajado arduamente en la elaboración de mi programa; nunca lo he dado por terminado; al contrario, siempre está en constante renovación debido a que siempre se trata de perfiles diferentes, de niveles de desarrollo de habilidades dispares y de necesidades humanas y académicas diversas. Creo que un maestro debe aunar, en su quehacer, la preparación y la formación; no se debe soslayar el para qué se es profesor. La constante superación es un deber; pero más lo es el respeto por el otro, nuestro alumno, en sus demandas. El contenido de la materia es un excelente recurso para reforzar o añadir valores. ¿Cómo lo practico? mediante de la selección de lecturas que provoquen una reflexión acerca de temas que nos afectan como seres humanos, por ejemplo, la esclavitud moderna, y la realización de productos que exijan postura personal y reflexión: el ensayo y el comentario crítico. Otro elemento que hay que tomar en cuenta es mi sentido de autocrítica; debo estar haciendo una evaluación constante de los resultados que se van obteniendo con las estrategias aplicadas para, si fuera necesario, modificarlos oportunamente. El tiempo que esto requiere va más allá de las dos horas de clase, mucho más. El tiempo empleado en la preparación, que incluye revisión de ejercicios y tareas, rediseño de estrategias, elaboración de nuevos ejercicios, etcétera, se multiplica por dos y, a veces, por tres horas. Mi quehacer es una constante propuesta para mí y para mis alumnos, propuesta que ha contado siempre con el apoyo de la coordinación - Dra. Sonia Montes- y de la dirección del Departamento de Letras al que pertenezco -Mtro. Luis Felipe Canudas

El principal objetivo de la materia es la producción escrita de textos de calidad, en todos sus aspectos. De ninguna manera hay que reducir la materia a una clase de gramática u ortografía; sería empobrecerla. En el taller, los alumnos deben desarrollar habilidades para diferenciar ideas esenciales de las que no lo son; integrar síntesis; elaborar hipótesis; argumentar; realizar una crítica seria y bien fundamentada. Todo esto expresado con claridad, coherencia, fluidez, léxico variado y preciso, oraciones bien construidas, párrafos bien elaborados, todo lo cual implica un reto bastante serio. Puedo decir que, en su mayoría, mis alumnos alcanzan un grado de exigencia superior a aquel con el que iniciaron el semestre. El trabajo es arduo para ellos y para mí, pero la empatía es uno de los factores que contribuyen al logro de los objetivos. Otro de esos factores es la utilidad que les ayudo a descubrir de lo que se hace en el taller, para el resto de sus materias y para la vida en general. Un ejemplo: si un estudiante de Filosofía debe hacer un ensayo para alguna de sus materias, lo puede hacer en el taller, cumpliendo con todos los requisitos que se le imponen. Y, tomando este ejemplo, debo añadir lo que esto implica para mí: adentrarme en el asunto filosófico de ese ensayo para poder apoyar a ese alumno en el desarrollo del mismo. Se establece, entonces, un diálogo entre él y yo, en el cual ambos salimos enriquecidos.

Me gustaría sintetizar los logros diciendo que, por mi experiencia, soy consciente de que el proceso enseñanza-aprendizaje se basa en una máxima: debe ser personalizado. Ningún alumno es igual al otro. Conocemos las dificultades a las que todo maestro se enfrenta para poder atender a cada alumno en sus necesidades, principalmente si se trata de grupos numerosos. No obstante, hay que buscar la mejor manera de hacerlo. Me atrevo a decir que los resultados que he obtenido me alientan a continuar trabajando con mayor exigencia, por un lado; por otro, no debo olvidar que no siempre he obtenido los mejores logros, no; sería falso decirlo. Ha habido fracasos que me han obligado a replantear mis propuestas y mi conducta; no todo se refiere a los aspectos didácticos, también hay que revisar la actitud, las respuestas ante las dificultades. Este semestre, como ya lo señalé, ha implicado un esfuerzo extra al encontrarme con un grupo heterogéneo que me ha demandado mucho trabajo. Para mí no hubo opción, debía asumir el compromiso por separado; de un lado los arquitectos, de otro los administradores y de otro los humanistas. ¿Cómo se zafa uno de esa tarea? no hay manera; se llama compromiso vocacional. ¿De dónde se sacan fuerzas para ello? de reconocimientos como este, entre otras cosas; de encontrarse a los ex alumnos en el pasillo y recibir un saludo afectuoso y un "gracias porque me está sirviendo lo que me enseñaste".